Gregorio el Magno el papa que rechazó el Papado Universal

En los primeros siglos del cristianismo, el obispo de Roma era considerado uno entre varios obispos importantes dentro de la Iglesia. Aunque tenía una posición de honor por presidir la capital del Imperio, no se consideraba a sí mismo como cabeza absoluta de toda la Iglesia. Uno de los más grandes testigos de esto fue Gregorio I, conocido como Gregorio el Magno, quien fue obispo de Roma del año 590 al 604 d.C.

Sorprendentemente para muchos católicos modernos, este papa no solo rechazó el título de “Papa Universal”, sino que además lo consideró satánico, arrogante y herético. En una serie de cartas dirigidas a otros obispos, Gregorio deja claro que ningún hombre debía buscar exaltarse por encima de sus hermanos en el ministerio. Veamos sus declaraciones más contundentes, citadas directamente.


1. “Quien desea ser llamado sacerdote universal es el precursor del Anticristo”

En el Libro VII, Carta 33, Gregorio escribió estas palabras tajantes:

“Ahora bien, digo con confianza que todo aquel que se llama a sí mismo, o desea ser llamado, Sacerdote Universal, es en su júbilo el precursor del Anticristo, porque se pone orgullosamente por encima de todos los demás.

Y no es por un orgullo disímil que es inducido al error; Porque, así como aquel perverso quiere aparecer por encima de todos los hombres, así quienquiera que sea éste que codicia ser llamado único sacerdote, se ensalza a sí mismo por encima de todos los demás sacerdotes.

Pero, como la Verdad dice: Todo el que se enaltece a sí mismo será humillado (Lucas 14:11; 18:14).”

Gregorio no tiene reparos en comparar la ambición de un título exclusivo y exaltado con la pretensión del mismo Anticristo, que desea colocarse por encima del resto del pueblo de Dios. Esta frase revela que, para él, el corazón del liderazgo cristiano debe ser la humildad y la igualdad entre los ministros, no la supremacía.


2. “Ninguno de mis predecesores aceptó jamás ese título”

En la Epístola 8.30, Gregorio explica que el título de “Papa Universal” fue ofrecido antes a obispos de Roma en concilios como el de Calcedonia, pero nunca fue aceptado:

“En efecto, en el Sínodo de Calcedonia y después por los Padres posteriores, Su Santidad sabe que esto fue ofrecido a mis predecesores. Y, sin embargo, ninguno de ellos usaría jamás este título.”

Esta afirmación desmantela la idea de que el título de Papa Universal tenga raíces apostólicas o incluso una tradición temprana en la Iglesia. Para Gregorio, aceptar ese título significaría traicionar el espíritu de sus predecesores, quienes rehusaron colocarse por encima de sus hermanos obispos.


3. “¿Qué haces, sino repetir lo que dijo Satanás?”

En una dura amonestación en el Libro V, Carta 18, dirigida a quienes deseaban asumir ese título, Gregorio escribió:

“¿Qué dirás a Cristo, que es la cabeza de la Iglesia universal, al rendir cuentas en el día del juicio?

¿Tú que te esfuerzas por ponerte delante de todos tus hermanos obispos de la Iglesia universal, y que con un título orgulloso quieres poner su nombre bajo tus pies en comparación con el tuyo?

¿Qué hacéis con esto, sino repitiendo con Satanás: Subiré al cielo y exaltaré mi trono por encima de las estrellas del cielo de Dios?

Vuestra fraternidad, cuando desprecia (a los demás obispos) y hace todo lo posible por someterlos, no hace más que repetir lo que ya ha dicho el viejo enemigo: Me exaltaré por encima de las nubes más altas (...)

Que Su Santidad reconozca, por tanto, cuán grande es su orgullo reclamando un título que ningún otro hombre verdaderamente piadoso se ha arrogado jamás a sí mismo.”

La referencia a Satanás no es un recurso retórico superficial: para Gregorio, el orgullo clerical que busca dominar a los hermanos se opone radicalmente al ejemplo de Cristo. El lenguaje fuerte refleja el peligro espiritual de ese deseo de supremacía.


4. “Ruego que no me llames Papa Universal”

Finalmente, en su ya citada Epístola 8.30 a Eulogio, obispo de Alejandría, Gregorio le suplica con palabras conmovedoras y llenas de humildad que deje de dirigirse a él con títulos vanidosos:

“Su Beatitud también se ha cuidado de declarar que ahora no se sirve de títulos orgullosos, que brotan de una raíz de vanidad, cuando escribe a ciertas personas, y se dirige a mí diciendo: ‘Como lo has ordenado’.

Te ruego que quites esta palabra, mando, de mis oídos, ya que sé quién soy yo y quién eres tú. Porque vosotros sois mis hermanos, mis padres en carácter.

Yo no mandaba entonces, pero deseaba indicar lo que me parecía beneficioso.

Sin embargo, no creo que Vuestra Beatitud haya estado dispuesta a recordar perfectamente esto mismo que traigo a su memoria. Porque dije que ni yo ni nadie debía escribir nada semejante;

y he aquí que en el prefacio de la epístola que me dirigí a mí mismo, que me niego a aceptar, creí oportuno usar un apodo orgulloso, llamándome Papa Universal.

Pero suplico a Vuestra Santidad dulcísima que no vuelva a hacer tal cosa, porque lo que se concede a otro más allá de lo que la razón requiere se le quita a usted mismo.

Porque en cuanto a mí, no busco ser prosperado con palabras, sino con mi conducta.

Tampoco considero un honor aquel por el cual sé que mis hermanos pierden su honor.

Porque mi honor es el honor de la Iglesia universal; Mi honor es el sólido vigor de mis hermanos.

Así que me siento verdaderamente honrado cuando no se les niega el honor debido a todos y cada uno de ellos.

Porque si Vuestra Santidad me llama Papa Universal, niega que sea usted quien me llame universalmente. Pero lejos esté esto de nosotros. Quita las palabras que inflaman la vanidad y hieren la caridad.”

Este pasaje revela el espíritu pastoral y fraterno de Gregorio, que no buscaba exaltación personal, sino el fortalecimiento de toda la Iglesia. Para él, cualquier palabra que sembrara división, orgullo o menosprecio entre los obispos debía ser eliminada.


Conclusión

Gregorio el Magno, uno de los más respetados Padres de la Iglesia Occidental, rechazó tajantemente el título de “Papa Universal”. Lo consideró una abominación que contradecía la humildad cristiana y que abría la puerta al espíritu del Anticristo. Además, dejó constancia clara de que ninguno de sus predecesores aceptó jamás tal título, ni él lo aceptaría jamás.

Estas declaraciones históricas no solo deben hacernos reflexionar sobre la evolución del papado en los siglos posteriores, sino que también sirven como advertencia contra el clericalismo, la arrogancia espiritual y la centralización del poder religioso.

Gregorio Magno nos deja una lección atemporal: el verdadero liderazgo cristiano no se basa en la supremacía de títulos, sino en la humildad, el servicio y el amor por la unidad del Cuerpo de Cristo.


Eder Marín - Bendiciones en el Señor

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