La resurrección de Jesús, prueba de su Divinidad
En numerosas referencias del Nuevo Testamento es claro que la obra de la resurrección de Jesús, la efectuó Dios:
El Dios de
nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo
en un madero (Hch.5:30, RV1995, énfasis añadido) Cf.Hch.2:32,3:15,4:10,13:33,37;
Rom.10:9; 1 Co.6:14,15:15; 2 Co.4:14;
Gal.1:1; 1 Te.1:10; Heb.13:20; 1 P.1:21.
A menudo los TJ, con argucia se
valen de este argumento para tratar probar la inferioridad del Hijo, alegando además
que, si Jesús es Dios no pudo haber muerto porque Dios no puede morir, y
sin embargo Jesús murió.
Pero es evidente que existe una
falta de comprensión de estos hombres perversos, que con todo tipo de impiedad
y artimaña engañan a los neófitos que no pueden distinguir su derecha de su
izquierda, pues cuando la Escritura afirma que Jesús murió, no significa que dejó
de existir, según el concepto que la WT ha infundido a sus adeptos. Así,
cualquier cristiano piadoso sabe que el alma sobrevive a la muerte física,
y que ésta se dirige al hades, donde aguarda al gran día del juicio, en
el cual todos compareceremos ante el tribunal de Cristo (Rom.14:10).
Sobre el tema de la inmortalidad del alma ya he hablado en otras exposiciones
(Véase La inmortalidad del alma y el infierno, doctrina bíblica y Apología sobre la inmortalidad del alma), donde
el silencio de nuestros adversarios ha sido la confirmación de que no pueden
sostener sus doctrinas herejes ante la Escritura.
Para refutar todas las fábulas artificiosas de estos hombres impíos bastaría con decir que la Escritura enseña que, después de morir, el alma de Jesús estuvo en el Hades (Hch.2:27,31) y que nuestro mismo Señor Jesucristo afirmó que los hombres pueden matar el cuerpo pero el alma no pueden matar (Mt.10:28), pero aún así, considero menester hacer una aclaración respecto a este asunto por causa de los que fácilmente son arrastrados por los argumentos engañosos de la WT. Entiendan pues los necios, que el Espíritu de Jesús nunca murió, pues lo que murió fue su carne (1 P.3:18), empero su Espíritu y su alma, que son la esencia del ser, nunca dejaron de existir (recuerde el lector que Juan 4:24 dice que Dios es Espíritu). Jesús nunca dejó de existir porque él es Eterno (Jn.1:1; Heb.7:1-3; Ap.1:17, 2:8) (Véase Jesús ¿El Creador o criatura?)
De manera que la alegación de que Jesús no puede ser Dios porque Dios no puede morir, se desploma cuando la Escritura afirma que el alma y el Espíritu de Jesús permanecieron existiendo después de la muerte física[1].
Luego de haber hecho un par de
aclaraciones, veamos pues como la misma resurrección de Jesús, constituye una
prueba irrefutable de su Deidad.
Hablando de su resurrección, Jesús
dijo a los judíos:
Respondió Jesús y les dijo: --Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré (Jn.2:19, RV1995, énfasis
añadido)
De antemano, sabemos que Jesús
hablaba del templo de su cuerpo (Cf.Jn.2:21), por lo que la Escritura está
afirmando que ¡Jesús mismo levantaría su cuerpo!, y esto ni los propios
TJ lo pueden negar. Sin embargo, es increíble como la WT ha adiestrado a sus
adeptos para ignorar este pasaje tan contundente, apelando a otros
pasajes de la Escritura que afirman que fue el Padre quien realmente obró la
resurrección del Hijo, lo cual ningún trinitario ignora, como señalamos
al inició de la exposición. Y es que en realidad, a los Trinitarios no nos
causa ninguna dificultad aceptar la resurrección de Jesús también como obra
del Padre. De manera que, lo que para la WT resulta contradictorio y
bastante bochornoso (al grado de ignorar la Escritura), para nosotros, los
cristianos, está en perfecta armonía la obra de Dios, a saber, del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, pues si Jesús dice que levantaría su
propio cuerpo de la tumba, eso significa que Él obró su resurrección
(Jn.2:19), y si la Biblia dice que Dios resucitó a Jesús (Hch.5:30), significa
que el Padre obró la resurrección del Hijo, y si la Biblia también dice el
Espíritu Santo resucitó a Jesús (Rom.8:11), es evidente que el Espíritu
Santo es Dios; ergo, si tanto el Padre, como el Hijo y el Espíritu Santo
obraron la resurrección de Jesús, y puesto que la Biblia dice que fue obra de
Dios, es una prueba irrefutable de la Trinidad de Dios.
Pero si ya con lo anterior toda la
teología arriana de la WT se desploma, todavía existe otro pasaje aún más
contundente que sepulta cualquier duda respecto a la Soberanía y Deidad de
Jesús.
Leemos en el evangelio de Juan que
Jesús hizo esta tremenda declaración:
Por eso me ama el Padre, porque yo
pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo
la pongo. Tengo poder para ponerla y tengo poder para volverla a tomar […] (Jn.10:17-18, RV1995, corchete y
énfasis añadidos)
A simple vista esta es una
declaración que parece solamente resaltar la autoridad del Hijo, pero cuando la escudriñamos a la
luz de la revelación del Espíritu Santo, sobre todo la última frase: tengo
poder para volverla a tomar (su vida), encontramos una hermosa
revelación: Piense esto, si Jesús estaba muerto (y según la WT, ya no
existía) ¿Cómo puede tener poder para volver a tomar su vida? La única
explicación es que el Espíritu y alma de Jesús nunca murieron, y que Él
tiene vida en el Padre (Cf.Jn.10:30,38, 14:10-11).
Queda pues demostrado, que la
resurrección de Jesús es otra prueba irrefutable de su Deidad.
La resurrección de Jesús, prueba de su Divinidad
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