¿Es Jesús digno de recibir nuestras oraciones?




.¿Es Jesús digno de recibir nuestras oraciones?


Por: Roberto I. Ramírez A

Todo cristiano sabe que el homenaje de la oración le pertenece exclusivamente al Dios verdadero, pues leemos que el Espíritu Santo dice:

»En aquel tiempo devolveré yo a los pueblos pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Jehová, para que le sirvan de común consentimiento (Sof.3:9, RV1995, énfasis añadido)

Y también:

Y todo aquel que invoque el nombre de Jehová, será salvo; porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el resto al cual él habrá llamado (Jl.2:32, RV1995, énfasis añadido)

Sin embargo, en el Nuevo Testamento también le pertenece a Cristo la invocación que proviene de la fe, lo cual sin embargo, pertenece solamente a la majestad Divina:

Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: «Conoce el Señor a los que son suyos» y «Apártese de maldad todo aquel que invoca el nombre de Cristo[1]» (2 Ti.2:19, RV1995, énfasis añadido)

Y también:
Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para todos los que lo invocan; ya que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo (Rom.10:12-13, RV1995, énfasis añadido)

(Véase Invocar el nombre de YHWH)

Aunque los pasajes anteriores son suficientes para que cualquier cristiano piadoso esté seguro que Jesús es digno de ser invocado, existe un episodio aún más claro, que no deja lugar a dudas que Jesucristo ha de ser invocado por sus fieles. Leemos pues que, el fiel Esteban, de quién la Escritura dice que estaba lleno de fe, del Espíritu Santo, de gracia y de poder (Hch.6:5,8; 7:55), siendo martirizado, invocó a Cristo en oración:

Mientras lo apedreaban, Esteban oraba y decía: «Señor Jesús, recibe mi espíritu» (Hch.7:59, RV1995, énfasis añadido)

Al respecto, la Watchtower niega el testimonio de la Escritura, argumentando que la palabra griega epikaleomai (traducida como “orar” o  “invocar”) es usada también en otro contexto:

[...] la expresión “hacía petición” también puede traducirse como que hacía “invocación; oración”. ¿No indicaría este hecho que Jesús es Dios Todopoderoso? De ningún modo. El Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo, de Vine, explica que en este contexto, la palabra griega original, epikaléo, significa: “invocar; [...] apelar a la autoridad”. Pablo empleó esta misma palabra cuando declaró: “¡Apelo a César!” (Hechos 25:11). Por eso, la obra Hechos de los apóstoles, de F. F. Bruce, vierte de manera apropiada el pasaje diciendo que Esteban “clamaba” a Jesús (Nota al pie de Hechos 7:59 de la Traducción del Nuevo Mundo, edición con referencias)

Yo respondo: Por supuesto que la palabra griega epikaleomai significa invocar, pero es el contexto el que nos muestra la connotación de tal palabra. Así pues, Pablo invocó (apeló) a la autoridad humana: el Cesar en Hechos 25:11. Nadie con un poco de sentido común y coherencia se imaginaría que Pablo estaba ofreciendo una oración al Cesar, de ahí que la comparación con el episodio de la invocación de Esteban es sencillamente burda.

El contexto de Hechos 7:59 y 25:11 es abismalmente diferente, tanto que hasta la misma nota de la TNM reconoce que el verbo epikaleomai (Strong G1941) puede perfectamente traducirse por “invocar” “orar”.

Es sencillo, de acuerdo al contexto, cobrará sentido el verbo “invocar” (epikaleomai), así pues, Hechos 25:11 no sugiere ni remotamente que epikaleoma tenga el sentido de “orar”, sino de “apelar a la autoridad”. Caso opuesto, en Hechos 2:21 y Romanos 10:13, el verbo epikaleomai tiene una clara connotación de invocar en el sentido de “orar”, entonces, para ver el sentido que cobra el verbo epikaleomai en Hechos 7:59, tenemos que analizar el contexto del pasaje. Dice pues la Palabra de Dios:

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios [...]. Mientras lo apedreaban, Esteban oraba [gr.epikaloumenony decía: «Señor Jesús, recibe mi espíritu» Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: «Señor, no les tomes en cuenta este pecado» (Hch.7:55,59-60, RV1995, corchetes y énfasis añadidos)

De lo anterior tenemos varios elementos a consideración:

1) Esteban puso sus ojos en el cielo, una clara alusión a la oración.
2) Esteban encomendó su Espíritu a Jesús. De manera paralela, Jesús encomendó su espíritu al Padre (Lc.23:46), ¿Porqué? Porque ambos conocían el Salmo 31:5:

En ti, Jehová he confiado [...] en tu mano encomiendo mi espíritu (Sal.31:1,5, RV1995, énfasis y corchetes añadidos)

Tanto Esteban como Jesús, encomendaron su espíritu a Aquel que lo recibe:
Antes que el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio (Ecl.12:7)

3) Esteban doblo sus rodillas ante el nombre de Jesús. Esto está de acuerdo con Isaías 45:23-24, Romanos 14:10-12 y Filipenses 2:10-11.

Luego entonces, queda demostrado que el verbo epikaleomai, en Hechos 7:59 tiene una clara connotación de invocar en el sentido de “orar”.

Otra artimaña que con argucia la WT usa para engañar a sus adeptos, es alegar que la visión de Esteban, de alguna manera lo “perturbó” y por ello, por “desesperación”, éste se sintió con libertad de apelar directamente a Jesús, pero ¿Qué cristiano no puede ver la falsedad de este superfluo argumento? Pues Esteban hizo su oración (invocación) a Jesús después de su visión (v.55-56), así que, Esteban no oró a Jesús durante su visión, sino después, justo antes de su muerte, mientras lo martirizaban.

Pero dirán algunos que Jesús tenía la autoridad para levantar los muertos y que por ello, Esteban lo invocó, pidiendo que salvaguardara su espíritu, pero como ya se demostró, el único que tiene la autoridad de salvaguardar el Espíritu, es Dios (Sal.31:5; Ecl.12:7; Lc.23:46), por lo que este argumento no hace sino confirmar la Deidad de Jesús.

Aún, con todo, algunos necios dirán que este es un caso único en la Escritura, pero yo pregunto: ¿A caso no es suficiente un solo testimonio del Espíritu Santo? Pero gracias a Dios, que para refutar a estos maestros de la impiedad, el Espíritu Santo dejó más de un testimonio de que los cristianos tenían bien claro que Jesús es digno del homenaje de la oración, pues después de Esteban, toda la Iglesia cristiana invocaba libremente a Jesús, según lo atestigua Ananías en el mismo libro de Hechos cuando dice:

[…]--Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre (Hch.9:13-14, RV1995, corchete y énfasis añadidos)

Y con tanta razón la iglesia invocaba el nombre de Jesús, pues Él mismo prometió a sus discípulos:

Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré (Jn.14:14, BLA, énfasis añadido)

Es interesante ver como la WT desprecia su propio interlineal griego (Kingdom Interlinear Translation), pues en éste aparece la variante griega “me” en Juan 14:14 (al igual que en el texto maestro de Wescott & Hort, del cual basan su traducción del NT)

Aunado a lo anterior, como demostramos al inicio de la exposición, el Apóstol Pablo enseñó que podemos invocar libremente el nombre de Cristo:

A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro (1 Cor.1:2, RV1995, énfasis añadido) Cf.Hch.9:13-14; 2 Ti.2:19 y Rom.10:12-13.

Y con justificada razón enseñaba esto San Pablo, pues él mismo invocaba a Cristo:

Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí. Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo (2 Cor.12:8-9, RV1995, énfasis añadido)

Vemos pues, que Pablo ora a Jesús “tres veces” y Jesús es quien contesta su oración. Así que Pablo se da cuenta que el poder de Jesús es su fuerza. Y qué decir del Apóstol Juan, quien después de haber visto cosas tan grandes por el Espíritu Santo, y de atestiguar que el Todopoderoso ha de venir (Ap.1:8), termina la profecía invocando a nuestro Señor Jesucristo, manifestando la esperanza de su advenimiento:

El que da testimonio de estas cosas dice: «Ciertamente vengo en breve». ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén (Ap.22:20-21, RV1995, énfasis añadido)


Y termino mi exposición con estas palabras del gran apologista cristiano, el Dr. Juan Calvino:

Tampoco carece de importancia que el Apóstol san Pablo, en los saludos que acostumbra a poner al principio de sus cartas, pida los mismos beneficios a Jesucristo, que los que pide al Padre. Con lo cual nos enseña, que no solamente alcanzamos del Padre los beneficios por su intercesión y medio, sino que también el mismo Hijo es el autor de ellos por tener la misma potencia que su Padre. Esto que se funda en la práctica y en la experiencia, es mucho más cierto y firme que todas las ociosas especulaciones, porque el alma fiel conoce sin duda posible y, por así decirlo, toca con la mano la presencia de Dios, cuando se siente vivificada, iluminada, justificada y santificada (Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, Libro I, Cap.XIII, pág. 79)
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