El uso de la ley
El uso de la ley
Todos nosotros tenemos que venir al Salvador de la misma manera, en
arrepentimiento con un corazón humilde. Todos tenemos que venir a
Jesús clamando por misericordia, no por regalos. Es por esto que Jesús
usó los Diez Mandamientos con el hombre principal en Lucas 18.
Jesús le dio la Ley, no porque se le olvidó temporalmente cómo una
persona llega a salvarse, sino para hacer humilde al hombre y mostrarle
su necesidad desesperada de limpieza. Por lo tanto, si nosotros vamos a
ser testigos fieles, debemos aprender de Jesús y testificar de la misma
manera que Él. En resumen, la manera en que Jesús testificó fue esta:
La Ley para el soberbio y la gracia para el humilde.
Si una persona es verdaderamente humilde—en otras palabras,
comprende que ha violado los Diez Mandamientos de Dios y que
merece Su ira (el castigo)—entonces, dale la gracia (como Jesús lo hizo
con el humilde Nicodemo en Juan 3.16). Pero si la persona es soberbia
y orgullosa, y casi siempre la gente lo es, debemos usar la Ley (los
Diez Mandamientos) para hacerla humilde. Este es el propósito de la
Ley.
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a
fin de que fuésemos justificados por la fe. [Gal 3.24]
Charles Spurgeon dijo: “Ellos nunca aceptarán la gracia hasta que
tiemblen ante una ley justa y perfecta”.
El Salmo 19.7 lo dice claramente: “La ley de Jehová es perfecta, que
convierte el alma”. Pablo dijo: “Yo no conocí el pecado sino por la ley”
(Romanos 7.7). Si una persona no comprende la pecaminosidad
excesiva de su propio pecado, no comprenderá qué tan asombrosa es la
gracia. Si nosotros creemos que sólo tenemos un poquito de pecado,
igualmente tendremos un poquito de gracia.
Pero cuando comprendamos lo grotescamente pecaminosos que somos—cuando nos
demos cuenta de que hemos ofendido a Dios en pensamiento, palabra y
hecho—sólo entonces caeremos a Sus pies en adoración porque “Dios
muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros” (Romanos 5.8).
En vez de manipular a las personas para que vengan a Jesús
prometiéndoles que su vida será mejor si sólo dicen una oración,
debemos usar la ley como un ayo (un educador, un guía; Gálatas 3.24),
para traerlos humildes a la cruz del Calvario donde podrán clamar por
misericordia, y donde podrán recibirla por gracia.
Con este preámbulo, testifiquemos como Jesús lo hizo, dando la Ley al
soberbio y la gracia al humilde. Así es como Jesús lo hacía y si
seguimos Sus pasos, seremos testigos fieles y verdaderos.
Aquí están los cincos pasos (las cinco preguntas) para testificar como
Jesús. Apréndelos de memoria y estarás equipado para testificar con
confianza y traer a alguien al arrepentimiento de sus pecados y a la fe
salvadora en el Señor Jesucristo.
El uso de la ley
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